Un Septiembre de hace muchos años yo estaba desesperada. Buscaba piso en Sevilla, quedaba muy poco para entrar en las clases y no había nada libre. Encontré uno cerca de la facultad y fui a verlo. Eran tres chicos y olía todo a pies y a tabaco. El piso estaba que se caía, el sofá roto y los armarios apestaban a viejo y húmedo. Aún así, me lo pensé, estaba la cosa fatal. Visité otro, más nuevo, un sexto, donde me abrió la puerta un chaval con rastas, y una chica muyyy cursi me enseñó el piso como si fuese el Palacio de la Zarzuela. El de las rastas estaba fumando un porro con un amigo en el salón, que ya empezaba a crear una neblina que me dificultaba verlos, y la chica me numeraba las "normas" a cumplir... No me gustó nada. Y seguían pasando los días. Hasta que vi un teléfono escrito a mano puesto en la puerta de Empresariales. Llamé y fui a verlo. Era cerca de donde vive mi primo, así que empezó a gustarme, pero vamos, lo más importante, los inquilinos, estaban por ver. Me abrió la puerta una chica alta y muy agradable, siempre con la sonrisa en los labios. A su lado y detrás venía otra más seria, que me observaba. El salón tenía dos cuadros, uno abstracto y una réplica de un Miró. La cocina era enorme y luminosa. Ellas eran de la facultad de al lado de la mía y no paramos de hablar, sobre todo con la chica de la sonrisa. Yo sabia que las tenía ganadas, pero eran legales y le habían dado palabra a otra ya. Una razón más por la que yo, muy ilusionada, nada más que tenía en mente: tiene que ser mío, tiene que ser mío. A las pocas horas llamé. Estaban esperando a que llamase "la otra", pero que si no llamaba, era mio. Un rato más tarde volví a llamar. Ya por pesada me dijeron que sí. Entré, nos hicimos amigas, pasamos las noches riendo y hablando, compartimos, lloramos... Fueron dos años estupendos. Yo venía de un mal momento y ellas no saben hasta qué punto me ayudaron a superarlo y a ser más yo. Esas dos chicas son mi Gloria, y mi Feli, una de las perpetradoras de este blog, y todavía inquilina del piso en cuestión. Aunque ahora, estos espías jodíos son los habitantes de mi antigua habitación, y el dormitorio de Gloria es una oficina.
No se vayan amigos que aún hay más. Un día invité a Feli a salir con nosotros una feria del pueblo. Íbamos dando vueltas para enseñársela y vimos a un amigo de mi novio, un tal Peña. Él iba también dando vueltas, así que se nos agregó. Se lo presentamos a Feli y horas después se estaban dando un morreo de bienvenida. Desde entonces son inseparables. Tanto que se fueron a vivir juntos a nuestro querido piso del Sella. Y desde entonces la hace feliz. Y desde entonces ella le hace feliz. El mundo es un pañuelo. ¡Gracias a las casualidades!. Y ahora son los protagonistas de este blog y de este comando. Espero que, por haberles facilitado sus destinos, siempre me recuerden.
¡Chicos, os quiero!.
